TUBO DE ENSAYO

*A las sueltas

René Delios

Cada preso que salga de una cárcel de Chiapas bajo la ley de sentencia suspendida, evidencia al régimen pasado que lo encarceló.
En otro tiempo, se les llamaba presos de conciencia, no en el sentido filosófico del término, sino en el político, por discernir con las políticas de -o promover una ideología contraria al- gobierno vigente, que al privarlo ilegalmente de su libertad se torna intolerante y para nada puede llamársele democrático.Curiosamente el tema no ha sido del interés de los analistas locales, pese al volumen de liberados -huelga decir que tampoco se sabe nada del progreso de sus demandas en contra del gobernador y el fiscal en el pasado régimen-; lo vivido por estas personas es de lo más retardatario, pues para acallar a la disidencia, la estrategia pablista fue privarlos de sus ideólogos.
No menos de 250 personas han sido liberadas por la ley de sentencia suspendida. No todas han sido presos políticos, pero sí víctimas de las componendas regionales entre caciques y ministerios públicos cuando no, con los jueces de la causa que, inevitablemente vieron lo irregular en cada caso y de todos modos los procesaron y sentenciaron.
E insistimos, por supuesto ¿Y qué con los que torcieron la ley?
No se dijo nada de eso en el pomposo “día del abogado”, aunque sí minucias como esa de los abogados cristianos despotricando en contra de los “que usan frases de la Biblia para prevenir el Sida”: vacuos, me cae.
Sabines porque no quiere abrir otros frentes, pero muy bien le haría a la justicia chiapaneca, el que se llamara a cuentas a los que torciendo la ley –desde los mismos ministerios públicos, pasando por el ex fiscal y concluyendo con los jueces arrodillados- y que hicieron víctima de ésta a muchos inocentes hoy liberados por el gobernador.
Tenemos ese pendiente social con los que padecieron la represión, el autoritarismo, y chance aparezcan hechos extrajudiciales, que podrían reseñar el gran engaño de principios del tercer milenio chiapaneco, con “el primer gobierno emanado de la oposición en el Sur Sureste”, que no se diferenció por lo que se aprecia –con éstas liberaciones de cada mes-, a otrora gobiernos acusados de lo mismo, desde los años en que iniciaron las movilizaciones agrarias: persecución, hostigamiento y cárcel.
Chiapas es una entidad en dónde hoy se aplica la justicia, queda claro, pero la opinión pública señala que se hace necesario aplicarla a los que privaron de su libertad a tantos y tantos ciudadanos por sus muy particulares intereses y obstinaciones.
La prensa, sabemos, guardó silencio en ese entonces, como lo hicieron los poderes judicial y legislativo; hoy la cosa cambia y se hace necesario que, al igual que los poderes, la prensa debe ya cuestionarse a sí misma –por los prolongados silencios en el pasado: ¿Cómo no publicar lo que se estaba promoviendo en contra del pensamiento libertario.
Así, también, la justicia expedita –que le llaman- puede ser cuestionada. Muchos son los ejemplos que evidencian sus deficiencias y manipuleo. Los testimonios aparecen en cada liberado, incluyendo los próximos en cuyo paquete parece que hay varios de los acusados por la masacre de Acteal, y que fueron procesados a destajo, para cubrir el lodo.
Acteal es el Tlatelolco chiapaneco. Minimizarlo no tiene caso; esta como una llaga de la intolerancia caciquil, ejemplo mismo de que finales del siglo XX aun había –sino es que están en letargo-, sociedades anquilosadas con métodos de finales del XIX, y que no era otra que “no hay mejor indio que el muerto”, olvidando que a esos indios los despojaron de los baldíos de su propiedad durante ese torcido siglo, arrinconándolos en las montañas.
Ya habrá quien o quiénes desenmarañen la compleja situación social del siglo XX chiapaneco, su caciquismo increíble para el mundo moderno de ese entonces, la violación de todas las formas de garantías individuales, la explotación y los asesinatos a mansalva con toda la impunidad del influyentismo de entonces.
Ya habrá historiadores que expongan a los chiapanecos que vienen, el negro historial de intolerancia, de persecución y autoritarismo que privó a nuestra entidad durante todo el siglo pasado y principios de éste, que incluyó una ley mordaza a los periodistas, para que dijeran en su caso hasta la famosa “fuente”, cosa sagrada en todas las democracias del mundo.
Pero no en Chiapas, en dónde el fundamentalismo, la obstinación y la ignorancia, hicieron padecer a todo un pueblo la impotencia de ver el cómo se pisoteaba la libre manifestación de las ideas, el derecho a manifestarse y la evidente falta de ética periodística en los medios en todos sus géneros, so pretexto del dinero, en perjuicio de toda la comuna chiapaneca.

Matraz

Dicen, solo dicen que, un avión Hércules con bandera de México aterrizó la semana pasada en San Salvador con algunos enseres para la seguridad de la Cumbre Iberoamericana, que termina sus trabajos este viernes.
En la panza de la aeronave viajó una camioneta blindada -¡No! ¿Juran que no era Hummer´s!- para el uso del presidente Calderón. El Estado Mayor Presidencial rechazó la oferta de las autoridades salvadoreñas, que dispusieron de un vehículo para el mandatario mexicano.
Para qué andan de ofrecidos, me cae.

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