Historias de reportero

¿Cómo voy a votar?
Carlos Loret de Mola

PRIMER ACTO. Corría el sexenio de Vicente Fox y yo era “nuevo” en Televisa. Llevaba años de reportero y algunos menos conduciendo noticiarios en otros medios de comunicación. Ya me había tocado padecer los embates de intentos de censura de gobernantes del PRI, PAN y PRD. A los políticos no les gusta la crítica y cuando están en el poder atacan porque no quieren contrapesos: presionan, amenazan, intentan corromper, hacen lo que esté a su alcance para arrinconar a quien los cuestione. Nunca se me va a olvidar la junta en que escuché a Joaquín López-Dóriga sentenciar: “el poder los hace iguales”. Se me quedó grabada la frase. No podría decirlo mejor. Sí. El poder hace que los políticos, vengan del partido o ideología que vengan, se vuelvan detestablemente iguales, basta que asuman el cargo.
SEGUNDO ACTO. Hace unos días fueron al estudio de Primero Noticias tres de los estudiantes de la Ibero fundadores del movimiento #yosoy131. Les pregunté por quién iban a votar. No quisieron decirlo públicamente y están en todo su derecho constitucional de guardar el secreto. De revire, me preguntaron ellos por quién iba a votar yo. Como lo tengo muy decidido, y además pensaba hacerlo público, se los contesté: voy a anular mi voto.
TERCER ACTO. El sábado, en medio de una rica cena japonesa en uno de esos restaurantes que paradójicamente cuando llega la noche le bajan más a la luz, una amiga sacó el tema entre quienes nos devorábamos los trozos de pescado crudo: “tengo que decirte que como politóloga estoy profundamente en desacuerdo con que anules tu voto”. Me argumentó que la construcción democrática se basa en la facultad que tiene el ciudadano para elegir efectivamente entre las alternativas que el sistema de partidos, aceptado por la ley, le propone. Le rebatí que anular el voto era democrático (a diferencia de no ir a votar) porque consistía en tomar una opción que la ley electoral contempla, que se contabiliza en cada acta de cada casilla y que refleja la desaprobación de un ciudadano a la realidad del sistema de partidos y alianzas deleznables que suelen estar detrás de pobres candidaturas.
¿CÓMO SE LLAMÓ LA OBRA? Este domingo 1 de julio me escaparé de la oficina para ir a votar en compañía de mi familia. Así lo he hecho siempre. Y voy a anular mi voto. Tacharé la boleta completa, de esquina a esquina, para que no quede duda. Así lo he hecho siempre. ¿Por qué? Porque “el poder los hace iguales”, porque en México sé —y he padecido— cómo presionan a los periodistas los regímenes emanados del PRI, PAN, PRD, Elba Esther Gordillo y satélites que les acompañan. Porque no les gusta la libertad de expresión. Les encanta la complicidad en los medios o el arrinconamiento y la intimidación. Y eso, para alguien que aspira a criticar, denunciar, exhibir a cualquiera conforme la información lo vaya marcando, es una verdadera lata. Mi manera de saldar cuentas es anulando mi voto.

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