Smáforo

Ambulantaje, una economía informal en crecimiento.

Exal Baltazar Juan
Verde. La crisis económica es la realidad de nuestros días. Es cierto que muchos han debido renunciar a bienes materiales, lujos y en algunos casos hasta necesidades básicas para subsistir, del mismo modo que jóvenes dejan sus estudios por un año o tiempo indefinido porque “no alcanza para estudiar”. Más de alguna vez hemos visto a estudiantes en las plazas vendiendo chicles, galletas, chocolates y demás, para poder alivianar los gastos de su carrera, conseguir dinero para su graduación; actividad necesaria para quienes por diversas razones no poseen una beca.

Mientras las cabezas de la familia, se emplean de otros modos, el padre se convierte en “cien usos, mil necesidades”, entre el empleo formal y la talacha, las madres la hacen de niñeras de la vecina, comienzan ventas por catálogos, ponen estéticas y demás actividades que no les impidan atender el hogar.

Por ello, en los negocios propios muchos han encontrado una solución; sin embargo, no todos poseen los recursos para salir adelante en su empresa, es ante esta iniciativa de sacar adelante una familia, aunada a la falta de recursos, que la población ha optado por el comercio informal, teniendo como base la resolutiva de ser “menos caro” que el formal.

Es el llamado”ambulantaje”, donde no pagas luz, renta ni agua aquel que ha impulsado a varias familias, junto con los vendedores de cambaceo de diversos artículos y, en temporada de cobros, podemos apreciar, fuera de los edificios destinados a tales efectos, un tianguis provisional y quien puede aprovecha para sacar su mercancía, pues entonces, nadie les cobra nada por esforzarse un poco más, todo sea por el bien de la economía familiar.

Da gusto saber que hombres y mujeres no se quedan con los brazos cruzados, el no escuchar esa dura frase: “yo te pongo y Dios que te cuide”. Nuestra gente está haciendo algo por su descendencia y, a veces, esa descendencia responde y no solo muestra resultados, también apoya en los problemas. Alguien encontró en esto una solución.

Amarillo. Desde que este año, la cuesta de enero hizo gala de su presencia, los comerciantes se prepararon para la caída de las ventas, aquellos con expectativas de cierre desde años anteriores, optaron por esa triste solución, pues resultaba sin sentido mantener un negocio que era incapaz de mantenerlos a ellos mismos. Pero llegado ese punto del año, un puñado de personas ya se había anticipado a la situación. Tan solo en diciembre del pasado 2011 se otorgaron más de cien permisos para ambulantaje en nuestra ciudad, sacando provecho de que las secretarías solo buscaban terminar rápido el trabajo y pasar con prontitud a los festejos decembrinos y los aguinaldos, así ya no hubo marcha atrás.

Lamentablemente, se convirtió en una cuestión económico-cultural, tan buena como mala. Es para algunos, problemas y para otros solución. Sin duda se obtiene una mala imagen de la ciudad, el turismo en la región se vuelve menos atractivo, ya no hay como apreciar los parques, monumentos e iglesias, los provenientes de cruceros ya no ven calles ni belleza arquitectónica, tan solo alcanzan vislumbrar comida rápida y curiosidades, accesorios y aguas frescas.

Además, son estos puestos semifijos los que impiden ver el comercio formal, de pronto descubrimos que en la acera hay un restaurant, detrás de las vendimias de aretes y moños, peluches y faldas, o incluso el puesto de tortas. Es en ese lugar, el negocio establecido que hace mucho se registró en hacienda y cuyo dueño con el sudor de su frente paga la renta lo más puntual que le es posible a sus ingresos, donde la economía está decayendo ante cada vecino ambulante.

Son éstas, cuotas que van desde los treinta hasta los quinientos pesos, aplicables a cada comerciante, desde los aseadores de calzado, vendedores de bolis, payasos y esas infaltables señoras que nos proporcionan el desayuno cuando se hizo tarde, las arroceras y su comida de batea, hasta las máquinas expendedoras, vendedoras de ropa, fantasía, así como puestos de tacos y comida rápida, sin olvidar por supuesto a las coctelerías.

Encontremos pues, el regocijo en aquellas personas a las que les carbura un poco más el cerebro y le han dado por su parte, solución a este problema. Cabe destacar que hasta hace poco, sobre la calle central poniente y avenidas aledañas proliferaban los cocteleros y marisqueros, típico alimento de la costa. Entonces alguien tuvo una curiosa idea, crear “la plaza del marisco”, y todos esos puestos ambulantes que impedían el paso de los peatones, la libre circulación de los automovilistas, afeando además nuestras calles, obtuvieron un espacio donde pueden ser vistos todos y desarrollarse conforme a su aptitud en la cocina y no en cuanta calle tapan.

Rojo. Hay tan solo en nuestra ciudad más de 3,000 vendedores ambulantes, con permiso para ejercer dicha actividad, cifra similar únicamente a la cantidad de estos pero sin permiso. Las secretarías a ocuparse son Imagen y desarrollo urbano, Servicios Públicos y Turismo municipal, pese a que son tres, esta curiosa plaga prolifera y los inspectores de servicios públicos y de salubridad siguen cobrando cuotas a los ambulantes y niños de la calle para dejarlos trabajar, ya sea para la secretaría o para su propia bolsa.

Denuncias y comentarios: exalbja64@hotmail.com Cel. 962 10 80 934

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