Miguel Ángel Godínez García
Alto mando
La responsabilidad de un comandante de Zona Militar o de una Región Militar, decía mi padre, el general Miguel Ángel Godínez Bravo, es enorme y demanda gran sacrificio. Más aún, en un estado como Chiapas, donde la pobreza es aprovechada por los transgresores de la ley.
Y es verdad, en los últimos años, esta entidad, considerada la más pobre del país, vive una cruenta situación de violencia, derivada de la guerra entre los cárteles más poderosos del país, el de Sinaloa y el CJNG, los cuales, para ampliar sus actividades criminales, enrolan a indígenas y migrantes.
También me confió mi padre —quien fuera comandante de la VII R.M. en Chiapas, antes, durante y después del conflicto armado con el EZLN—, que un comandante, además de ser leal al país, al Ejército y a las instituciones, debe tener liderazgo entre sus tropas, porque el respeto se gana, eso sin dejar de lado la experiencia, tan necesaria para ejecutar al pie de la letra todas las operaciones militares bajo su responsabilidad.
¿Pero a qué viene todo esto? Lo anterior lo relaciono con la actuación del Gral. de Brigada D.E.M., Juvenal Cortés González, hasta hace unos días comandante de la 31 Z.M., con sede en Rancho Nuevo, Chiapas, quien ha tenido varios reconocimientos militares y condecoraciones, además de ser galardonado en la Legión de Honor y obtenido la Medalla Legión de Mérito, otorgada por las FA de EU, pero sin duda, el mayor reconocimiento fue el respeto que logró entre las tropas a su mando.
El pasado miércoles 3 de abril, de acuerdo con un parte militar entregado al secretario de la Defensa, durante un recorrido con funcionarios de la Presidencia de la República en el municipio de El Parral, en Chiapas, elementos del Ejército mexicano al mando del Gral. Cortés González se encontraron de frente con un grupo armado, perteneciente al Cártel de Sinaloa, justo en el crucero de Jericó, en el citado municipio chiapaneco.
El grupo armado, a bordo de varios vehículos, trasladaba a dos civiles que habían sido privados de su libertad, uno de ellos, inmóvil, ya no presentaba signos vitales y el otro iba maniatado en una de las camionetas. Al verse descubiertos por los militares, los delincuentes comenzaron a dispararles. El comandante de la 31 Z.M., ordenó de inmediato las acciones necesarias para repeler la agresión y proteger a los civiles.
El parte señala que minutos después de iniciado el enfrentamiento, a las 14:23, el general Cortés González dio la orden de activar la Fuerza en Situación de Alerta, con personal militar a bordo de un helicóptero con capacidad de ametrallamiento, para hacer un reconocimiento del lugar y someter a los agresores.
A las 14:35 horas, dos puestos de mando y seis bases de operaciones, con 281 elementos del Ejército mexicano, se desplegaron en el área del conflicto; asimismo, se movilizaron en apoyo de los militares, 120 elementos de la Guardia Nacional, cinco de la FG del estado y 69 de la policía estatal, para hacer una fuerza de 475 elementos, los cuales, de manera inmediata establecieron un cerco de seguridad para evitar daños a la población civil.
A las 14:40 horas, una vez informado de la situación, el comandante de la VII R.M., Gral. José Joaquín Jiménez Cueto, se trasladó al sitio de la agresión, a fin de coordinar las operaciones y brindar el apoyo correspondiente.
La rápida acción del general Cortés evitó que la población civil y los funcionarios sufrieran daños físicos. A las 19:25 horas, el Ejército mexicano tenía todo bajo control y ninguna pérdida que lamentar.
DE IMAGINARIA
Luis Donaldo Colosio Riojas ha emitido una preocupante advertencia: las condiciones actuales sugieren el riesgo de que una o un aspirante presidencial pueda convertirse en víctima de la violencia política. En este mismo contexto, he resaltado la necesidad urgente de fortalecer las medidas de seguridad para Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez. El clima político del país está altamente polarizado, y la posibilidad de un nuevo magnicidio, similar al trágico suceso del 23 de marzo de 1994, podría desencadenar una espiral de violencia irreversible.