EDUCACION EN VALORES /Dr. Gilberto de los Santos Cruz

Queremos crear un mundo más sostenible, con economías estables y sociedades más justas e inclusivas. Un objetivo difícil pero no imposible de alcanzar si contamos con la implicación de los gobiernos, las instituciones, las empresas y, sobre todo, de una ciudadanía responsable y comprometida. La educación en valores promueve la solidaridad, la convivencia y el amor por la naturaleza.
Un ciudadano ejemplar no nace, se hace. Al igual que aprendemos matemáticas e idiomas, deberíamos doctorarnos en lecciones básicas para la convivencia y el progreso social como el respeto, la empatía, la igualdad, la solidaridad o el pensamiento crítico. Sin estos y otros principios éticos que nos definen como seres humanos difícilmente construiremos un mundo mejor.
Los objetivos de la educación en valores
Este concepto se refiere al proceso educativo que inculca pautas morales para crear sociedades más cívicas y democráticas. La educación en valores, por tanto, promueve la tolerancia y el entendimiento por encima de nuestras diferencias políticas, culturales y religiosas, poniendo especial énfasis en la defensa de los derechos humanos, la protección de las minorías étnicas y de los colectivos más vulnerables, y la conservación del medio ambiente.
Educar en valores nos compete a todos y no solo a las escuelas. La familia, las universidades, las empresas o el deporte, por ejemplo, son contextos idóneos para enseñar esos principios éticos. Aun así, países como Australia y Reino Unido contemplan la educación en valores dentro de la enseñanza obligatoria desde hace años.
Características de la educación en valores.
Educación tradicional Vs. Educación en valores
Tanto la educación tradicional como la educación en valores son imprescindibles para el crecimiento personal y nos ayudan a definir nuestros objetivos vitales. Sin embargo, mientras la primera nos instruye en el conocimiento social, científico y humanístico; la segunda nos forma como buenos ciudadanos. A diferencia de la tradicional, en la educación en valores no hay distinción entre lo que sucede dentro y fuera de las aulas.
La importancia de la educación en valores ha impulsado en las escuelas materias como Educación para la Ciudadanía. En 2017 ya formaba parte del currículo educativo nacional de todos los países de la Unión Europea (UE) analizados por la red Eurydice, ya fuera como contenido transversal, asignatura independiente o integrada en otros programas. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) también evalúa a escala global —dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)— el nivel de implantación de la Educación para la Ciudadanía Mundial (ECM) en las políticas educativas nacionales, los programas y planes formativos, la preparación del profesorado y la evaluación de los estudiantes.
Principales valores educativos
La educación en valores trata diversos temas relacionados con el civismo y la ética entre los que destacan: La empatía
Al ponernos en el lugar de otras personas a nivel cognitivo y emocional, mejoramos la capacidad para resolver conflictos y entender las opiniones de los demás.
La igualdad de oportunidades. El principio de que todos somos iguales es uno de los pilares de la democracia y, además, favorece la inclusión social y la vida comunitaria.
El respeto al medio ambiente. La educación en valores nos conciencia sobre las consecuencias de nuestros actos en el planeta y nos inculca el respeto por la naturaleza.
El cuidado de la salud. Debemos minimizar los riesgos para la salud fomentando las actitudes adecuadas y abordando la educación sanitaria desde una perspectiva dinámica, personal y colectiva.
El pensamiento crítico. Esta forma de razonar nos vuelve más analíticos y observadores, nos enseña a reconocer la información de calidad y nos ayuda a resolver mejor los problemas.
Metodología de la educación en valores
Hoy en día existen dos teorías distintas sobre la naturaleza de los valores. La pedagogía tradicional reconoce normas éticas objetivas y universales que pueden adquirirse mediante el aprendizaje y el ejercicio continuado. Sin embargo, un enfoque más innovador sostiene que la moral es relativa y que depende de cada persona, por lo que es muy difícil de inculcar a nivel pedagógico.
En cuanto a las estrategias más habituales para educar en valores destacan las siguientes:
Rechazar la discriminación, animar al debate sobre cuestiones morales y promover liderazgos colaborativos.
Denunciar las actitudes dañinas para el conjunto de la sociedad sin estigmatizar a los individuos.
Incidir en la idea de que todos podemos cambiar y somos merecedores de una segunda oportunidad.

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