Atando cabos

Monterrey: poca información, mucho dolor y mucha propaganda

Denise Maerker

Pasan las horas y las autoridades siguen sin decirnos que llevó a la muerte de 52 personas el pasado jueves en el incendio provocado del Casino Royale en Monterrey. Quiénes son los responsables, cómo se llaman, cuál es su alias, a qué grupo pertenecen, por qué incendiaron el lugar, cuáles son los antecedentes y cómo se inserta este evento en la batalla entre grupos criminales por el control de Monterrey. Cuatro días y no hay una narrativa oficial de lo sucedido. Sí hay la información de última hora de ayer de que dos personas habrían sido detenidas en relación a este hecho, pero nada más. Las autoridades se han limitado a calificarlo: fue un acto terrorista —dicen— aunque ignoran todo de quienes lo perpetraron y de cuales eran sus intenciones El viernes Eduardo Guerrero, especialista en asuntos de seguridad, me dio públicamente la única versión sobre los hechos que conozco: que el Casino Royale estaba siendo extorsionado por Los Zetas que pedían 120 mil pesos a la semana para dejarlos operar, que los dueños se negaron a pagar y que, como suele ocurrir en estos casos, el extorsionador buscó intimidar a la víctima para que pagara siguiendo para ello un modus operandi muy conocido: primero rafaguearon el Casino Royale y luego provocaron un incendio. Insistió Guerrero en que ésta es la forma usual en que estos criminales proceden y nos dio datos: los incendios provocados son muy comunes en las ciudades o municipios donde existen mafias que extorsionan los negocios; en Ciudad Juárez, por ejemplo, en los primeros dos meses del año se reportaron 119 incendios provocados. Lo inusual es, por supuesto, que estos incendios provoquen la muerte de tantas personas.
Pero en medio de este silencio oficial que no ayuda a darle el justo significado al hecho, llevamos varios días leyendo y escuchando las historias de muchas de las 52 víctimas que perecieron en el incendio. El dolor de cada familia, de cada deudo se acumula en el ánimo colectivo.
Y en medio de este silencio y de este dolor nos inunda la propaganda de un gobierno que escogió esta tragedia para martillarnos con sus certezas y exigirnos que no dudemos: que se está con los bárbaros asesinos o con ellos. El viernes el Presidente dijo: “A todos nos queda claro que los enemigos de México son los criminales. Ayer nos demostraron hasta dónde son capaces de llegar en su violencia estúpida e irracional. Hoy nosotros, los mexicanos de bien, tenemos que demostrar hasta dónde somos capaces de llegar en defensa de México y en defensa de los nuestros… Es momento de unirnos todas las fuerzas políticas, los gobiernos municipales, estatales y federal, el Congreso de la Unión, el Poder Judicial, las organizaciones civiles, los comunicadores y todos los mexicanos, que sabemos que nuestro país es mucho más fuerte que un puñado de criminales… Las fuerzas del orden, señaladamente las fuerzas federales, están defendiendo a los ciudadanos de los criminales. Déjennos hacer nuestro trabajo, dejen a un lado la mezquindad política y los intereses que buscan, precisamente, frenar la acción de las fuerzas federales simplemente por obtener, quizá, un lucro mediático o político”.
Sí, hagamos lo que nos toca a todos; sí, unámonos para recuperar los espacios públicos y la tranquilidad que hemos perdido, pero déjennos a todos hacer nuestro trabajo: que en una democracia se expresen diferencias sobre la estrategia a seguir no es por mezquindad ni complicidad con “los malos”, sino la expresión de un disenso genuino y legítimo de partidos y grupos que ven salidas distintas; que se critique o señale los errores de las fuerzas federales no debe ser entendido como un obstáculo sino como parte de la exigencia en una sociedad abierta y vigilante.
Hagamos todos nuestra parte, pero que este momento de dolor no se use para acallar a nadie ni provocar falsos consensos.

¡Comparte la nota!